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  • Apuntes de servilleta de Ernesto Borda Medina - Celele

    Cartagena, Colombia. Lo tenía pendiente y no había logrado hacerme a una mesa. No hay muchas. La narrativa sobre el lugar, la comida y los cocineros es atractiva. Productos y platos del Caribe interpretados en un laboratorio culinario.   Lo que probé me gustó. El mejor sabor de cada plato surge al revolver. Es en la mesa y no en la cocina que terminan las preparaciones. Es comida rica de ingredientes simples. Ni sirven lo consabido, ni tampoco algo estrambótico. Hay estudio y consistencia en la manera de cocinar. Pero no diría que es comida memorable. Comedor principal. Foto: cortesía del restaurante.  El lugar es austero e intenta ser franco; concentrar al cliente en la comida. Pero casi todo distrae. El Caribe, discreto y sutil en las preparaciones, se entromete burdamente en las formas y colores de un espacio reducido y mal climatizado. La vajilla es bien fea y afea preparaciones que merecerían presentarse mejor. Y la música llega pobre, como en monofónico, desde un rincón del lugar.   Celele es un restaurante bueno, pero no como lo pintan. Merece ser visitado, aunque no sé si frecuentado. Yo no lo haré. Aunque si me invitan con gusto voy. Ofrecería en ese caso y por consideración compartir la cuenta. Acerca del autor Ernesto Borda es fundador y CEO de Trust , una compañía de consultoría en gestión estratégica de riesgos, líder en Colombia y Latinoamérica. Además, es capitán de velero, serio coleccionista de vinos y cocinero casi profesional. Almuerza y cena en restaurantes todos los días -en Bogotá o cualquier otra de ciudad del mundo-, menos los fines de semana, los cuales destina a la elaboración de exigentes preparaciones con las que deleita a su más íntimo grupo de afortunados amigos, en su guarida a las afueras de Bogotá.

  • Photo album: La hora dorada

    Edwards, Colorado. Nada que atrape más la mirada que un atardecer y más si es con el ojo de una cámara. No solo los tonos cálidos de la luz sino también el ángulo en el que cae sobre las cosas, hacen de esta hora del día un momento que no deja de sorprender. Cada atardecer estremece, no importa cuántos hayamos visto en la vida. Y si el cerebro es una máquina que se acostumbra a las cosas cotidianas de la vida y les empieza a restar interés (“…hasta la belleza cansa…” decía José José), parece que la hora dorada es esa única belleza de la cual nunca nos vamos a aburrir. Santa Marta Nueva York Punta Cana Palomino Boyacá Narbonne José Ignacio Cartagena Barú Bogotá Barranquilla Barichara

  • El secreto mejor guardado de Cap Cana

    Punta Cana, Rep ública Dominicana . Dentro de la ciudad ecuestre Los Establos, se encuentra el secreto mejor guardado de Cap Cana. Se trata de Cavalier Grill, ubicado en una hermosa locación que ve hacia los magníficos campos de polo de la Ciudad Destino. Con una decoración temática alrededor de la equitación y unos enormes ventanales que permiten apreciar la exuberante naturaleza de sus alrededores, el ambiente de este restaurante invita a pasar momentos relajados, pero con mucho estilo. Tacos de tinga El menú es el típico de un Country Club con platos para todos los gustos y edades, dentro de los cuales son imperdibles los tacos de tinga de jugosa carne de res, que salen sobre tortillas de maíz y con dos exquisitas salsas, chipotle y pico de gallo, para aderezar. En cuanto a los fuertes, la estrella del lugar es el Ribeye de 24 onzas que preparan sobre una parrilla de carbón, dándole ese sabor y textura inigualables. Como acompañamiento, ofrecen papas la francesa, vegetales asados y purés de yuca o papa. ¡Exquisitos todos! Otra especialidad de la parrilla de carbón son sus hamburguesas -la italiana, la francesa o la americana- que sirven cada vez en el término exacto en el que se ordena. Ribeye de 24 onzas En cuanto a las bebidas, el bar es completo con una muy buena selección de destilados premium, un corta pero bien curada lista de vinos y varias bebidas digestivas para acompañar un cigarro después de comer. El Salón. Cortesia del restaurante. Cavalier abre todos los días de la semana, entre las diez de la mañana y las siete de la noche, horario que permite disfrutar de este agradable lugar desde el desayuno, hasta la cena. Es un lugar ideal para familias con niños ya que hay un parque infantil y mucho espacio verde para su diversión. Mientras los niños juegan, sus padres pueden disfrutar del atardecer, tomando una cerveza helada en la terraza y picando algo de su generosa carta de entradas. Cavalier es un restaurante operado por Cap Cana. Para más información y reservas visite @losestablos  en Instagram o comuníquese al +1 (809) 390-3823.

  • The Biltmore Hotel

    The Biltmore. Foto: Cortesía del hotel. Miami, FL. Estados Unidos. Ubicado en el que es para mí, el barrio más lindo de Miami, Coral Gables, The Biltmore es un majestuoso hotel que abrió sus puertas al público en 1926, en plena era de oro del sur de la Florida. Con una propuesta arquitectónica que puede definirse como ecléctica, neoclásica, neogótica, de acuerdo con un cooncedor arquitecto con quien lo consulté, este edificio de 26 pisos, llegó a ser el más alto de la ciudad durante varios años. The Biltmore ha sido y seguirá siendo por siempre un ícono de elegancia y sofisticación. Durante buena parte del siglo pasado no había un lugar más glamuroso en el “Sushine State”, siendo destino habitual de personajes como el Duque de Windsor, Al Capone, Ginger Rogers y el presidente Roosevelt, quien solía instalar las oficinas de la Casa Blanca en este edificio cuando viajaba a la Florida. En 1942, el edifico cayó en manos del gobierno, que lo adecuó como hospital y no fue sino hasta 1992 que volvió a tomar vida como el hotel de lujo para el cual había sido concebido. Lo más impresionante de la experiencia Biltmore es la llegada. Imagínese un edificio del tamaño y altura de este, enclavado en la mitad de un barrio residencial de casas de uno o dos pisos máximo, en el que solo se ven árboles y discretas fachadas. El cambio de escala es tan dramático que el edifico se ve aún más imponente de lo que es. Inmediatamente piensa uno en el Hotel Nacional  en La Habana o en The Breakers  en Palm Beach: comparten el mismo ADN. El lobby. Foto: costesía del hotel. En cuanto al interior, el lobby es el espacio más destacable del edificio con un trabajo de madera tallada impecable y un techo azul profundo de arcos ojivales que transporta de inmediato a alguna escena de Las mil y una noches. Estar ahí es un sueño. Para acceder a las habitaciones hay paseo en ascensor antiguo con acabados de bronce y espejo quemado -detalle que me fascina- y los corredores están decorados con una maravillosa colección de fotografías en blanco y negro de todos los eventos y míticos personajes que visitaban el hotel a comienzos del siglo pasado. Yo me hospedé en una Junior Suite que tenía una vista brutal sobre las copas de los árboles de este verde barrio, la cual aparte de estar decorada de manera muy clásica con un dejo a palacio europeo, me sorprendió con un detalle totalmente esotérico: una lámpara de araña con cristales de amatista colgando encima de la cama. Para los que saben y creen en estos temas, esta piedra morada permite a quien la posee, comunicarse con el más allá a través del séptimo chakra. ¡Wao! La suite. Foto: costesía del hotel. (Favor notar la lámpara sobre la cama). En cuanto a lo gastronómico, está el restaurante Fontana que opera en el patio interior del edificio, alrededor de una fuente en piedra cuyo ambiente evoca lo que pudo ser un instante en pleno al-Ándalus en la península ibérica. Su cuidadosa y tenue iluminación, el sonido del agua, los meseros vestidos de blanco, la lencería almidonada y una vista 180 grados sobre el campo de golf, lo convierten en una experiencia irrepetible. La cocina es estilo americano contemporáneo (una fusión entre el “comfort food” americano y diversas influencias internacionales) y todos los platos salen bien preparados y en su punto. Si bien, Fontana es frecuentado por los huéspedes del hotel, sus clientes más asiduos son los vecinos del barrio que saben disfrutar de esa emblemática joya que tienen a la vuelta de la esquina. El bar. Foto: cortesía del hotel. Y para los que no tienen mucha hambre y más bien están con ganas de tomarse un trago y picar algo, en la planta baja -en la que uno se siente como en Grand Central Station en NYC- hay un bar maravilloso de madera oscura y superficies de mármol en el que dos bartenders entrados en años, sirven unos generosos y bien conversados tragos. La piscina. Foto: cortesía del hotel. Por lo demás, The Biltmore tiene un tremendo gimnasio (mejor dotado de máquinas que cualquier otro que hay visto en un hotel), un lujoso spa al que vale la pena hacerle la visita y una tremenda piscina que invita a quedarse en ella absolutamente todo el día. ¿Que si me vuelvo a hospedar en The Biltmore? Absolutamente sí. No solo porque goza de la mejor ubicación posible sino porque en una ciudad que peca por plástica y superficial, sumergirse en este cuento de hadas, hace que la visita a Miami tenga un poco más sentido que el del simple acto de consumir. Para más información y reservas visite The Biltmore Hotel .

  • Los Félix

    El menú Miami, FL. Estados Unidos . Hace unos tres años, Margarita Bernal , periodista gastronómica, me invitó a acompañarla en un podcast para AMC Networks en el que entrevistábamos personajes sobresalientes, en cualquier disciplina, y les averiguábamos qué comían para ser tan brillantes. Era un espacio bastante desparpajado y mamagallista en el cual tuvimos el gusto de entrevistar a seres increíbles como Andrés Jaramillo y Vladdo, entre otros.   Uno de nuestros invitados favoritos fue Sebastian Vargas, chef colombiano, fundador de Los Félix, un exitosísimo restaurante en el barrio Coconut Grove en Miami, galardonado con una estrella Michelín .  Desde el día que le hicimos la entrevista ( escúchela aquí ) yo quedé con unas ganas locas de ir a comer a ese restaurante y por supuesto de conocer en persona a Sebastián. Fue solo hasta el mes pasado que la vida me dio ese placer: al aterrizar en Miami y sin pensarlo dos veces los busqué por Instagram, hice mi reserva y allá les llegué. Las carnitas El espacio La sorpresa fue total, nunca esperé encontrarme con un local que parecía más bien estar en Chapinero Alto, con ese solle de nuestros cocineros colombianos, amantes de la salsa y con una estética nórdico-tropical que permite uno que otro rayón por aquí y una que otra cosita torcida por allá, pero que todo en conjunto, envuelve en una magia única que -además- ayuda a que uno se relaje y le den ganas de desbocarse en todo sentido.   El pulpo La carta es una oda al maíz y todos los platos tienen algo que ver con este ingrediente. La oferta es corta pero bien conformada; hay tacos, crudos, arepas con toppings, tamal, esquites, gyozas… Yo me lancé con un crudo de pesca blanca que tenía guanábana y piña encurtida. Luego pasé al pulpo a la parrilla con achiote y aceite de naranja (el maíz lo tenía en un puré sobre el que ponen el pulpo). Seguí con los esquites de cangrejo y bisque de langosta a los que le ponen un toque de erizo de mar… Wow. Luego, Sebastián, en un acto de amor compatriota nos envió las carnitas de cachete de cerdo, que dios mío, menos mal nos las mandó porque es un pecado ir a Los Félix y no pedir esa delicia. En la descripción del plato resaltan palabras como macha de avellanas, naranjas y chiles. Es una fantasía.   Los cocteles El oloroso En cuanto a las bebidas, este es un sitio de vino, cerveza y sake. Intuyo que por el tema de la licencia para vender bebidas alcohólicas, que en EEUU es todo un lío, ellos supieron adaptarse y crearon una carta de cocteles que suple toda necesidad de deleite, maridaje y/o de simplemente, ponerse alegrón. Yo me incliné por un par de cocteles a base de jerez y por una copita de oloroso de Bodegas Faustino Gonzalez, Las Canciones N° 2, que estaba de muerte. Vale anotar que todos los vinos son orgánicos, biodinámicos o similar y que el compromiso “verde” de Los Félix es real y no una obligada posé de mercadeo, como sí sucede en otros restaurantes. El baño Para destacar: el DJ, que pone música a un volumen ideal para cenar y charlar pero que alcanza uno a animarse; el baño, todo decorado con afiches de acetatos viejos con mueble de mercado de pulgas y matica viva. El servicio es buenísimo y en general, creo que es muy merecida la bendita estrella.   Para más información y reservas visite en Instagram @losfelixmiami .

  • Apuntes de servilleta de Ernesto Borda Medina

    Bogotá, Colombia.  Hay restaurantes que envejecen con sus propietarios y sus comensales. Casi siempre mueren con ellos. En no pocos casos generaciones de relevo buscan devolverles su vitalidad. Pero la mayoría fracasan en ese intento, generalmente porque al modernizarlos les arrebatan su identidad, les destruyen su espíritu, los condenan a una mala muerte. Pajares Salinas es un caso excepcional. Un “clásico contemporáneo”, que mantiene la esencia de su buen comer, la personalización del servicio, su atmósfera de club social, pero que a la vez se renueva, para adaptarse a una ciudad que es cada día menos pueblo y más metrópoli, para interpretar y dar la bienvenida a una sociedad que se diversifica y se transforma en su estructura.   Pajares Salinas sigue y seguirá siendo un lugar exclusivo, elegante y consistente. Eso sin ser un refugio de fantasmas o de habitantes del pasado. Sus preparaciones, perpetuas, son también siempre jóvenes, como, calculo que por mayoría, lo son los ocupantes actuales de sus mesas. Regresaré feliz, sin dudas ni inquietudes, porque allí me siento “atendido como en casa” y siempre salgo satisfecho. Comedor principal. Foto: cortesía del restaurante. Acerca del autor Ernesto Borda es fundador y CEO de Trust , una compañía de consultoría en gestión estratégica de riesgos, líder en Colombia y Latinoamérica. Además, es capitán de velero, serio coleccionista de vinos y cocinero casi profesional. Almuerza y cena en restaurantes todos los días -en Bogotá o cualquier otra de ciudad del mundo-, menos los fines de semana, los cuales destina a la elaboración de exigentes preparaciones con las que deleita a su más íntimo grupo de afortunados amigos, en su guarida a las afueras de Bogotá.

  • Photo Album Chingaza

    Parque Nacional Natural Chingaza, La Calera, Cundinamarca, Colombia. Esta primera versión de "Photo Album" va en honor a Guillermo Fischer (QEPD) la persona que me enseñó lo mucho o poco que sé acerca de tomar fotos y quien además me regaló la maravillosa Olympus OM-D, "tamaño cartera para que la lleves a todos lados" -como me dijo cuando me la entregó-, con la que he tomado la mayoría de las fotos que estarán siendo publicadas en este blog.

  • Barbudo, un clásico en Cap Cana

    Punta Cana, República Dominicana.  Barbudo Restaurante & Bar, es un “must” tanto para locales como para turistas que visitan Punta Cana. Queda ubicado justo a la entrada de la Marina Norte, en un estratégico local esquinero, rodeado por agradables mesas exteriores que suelen llenarse al caer la tarde. La decoración es sobria y de muy buen gusto con una colección de obras de arte que se nota, fueron escogidas por alguien que estaba prestando atención al espacio y al entorno del restaurante. En cuanto a su cocina, la propuesta hace honor a la gastronomía del Mediterráneo, una de las más apreciadas por comensales alrededor del mundo. En la carta hay una buena variedad de platos insignes como el queso feta al horno con pomodoro, el ossobuco cocido lentamente, el pappardelle al ragú y una notable paella, todos muy bien elaborados. Por su parte, una generosa oferta de ensaladas, hacen de Barbudo un gran lugar para almorzar. Para beber, la oferta de Barbudo es muy completa. Tienen una carta de vinos de cuarenta y cinco etiquetas, todos a precios realmente competitivos; una selección de cócteles clásicos y de autor, correctamente ejecutados y una generosa selección de destilados premium y cervezas. Es sin duda un lugar en el que además de comer, se puede ir a disfrutar de unos buenos tragos. El servicio es quizás lo más destacable de este restaurante. Manejan un estilo clásico que cuida los detalles, sin ser demasiado rígido o intimidante. Los meseros conocen bien el producto, saben asesorar y lo que llega a la mesa es siempre lo que fue ordenado. En cada detalle se siente el liderazgo de su gerente Carlos Berroa, quien por lo general está presente durante el servicio, asegurando que todos los comensales la estén pasando muy bien. Barbudo es una marca de los mismos creadores del exitoso restaurante Chalet Bolivar en la Capital. Para más información y reservas visite @barbudorestaurant en Instagram.

  • Osaka: un restaurante único en Bogotá

    El salón principal. Foto: Trip Advisor. Bogotá, Colombia.  Hace rato quería escribir de este sitio; siempre que voy salgo feliz y satisfecha, pensando que comí cosas exquisitas, que no hay en un ningún otro restaurante y que, además, difícilmente podría yo hacerlas mejor en mi casa. Fui hace unos días que estuve por Bogotá y reitero que Osaka es para mí, uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Osaka Bogotá es una de las cinco franquicias que han otorgado Diego de la Puente y Diego Herrera, fundadores de este restaurante de cocina Nikkei (fusión de comida peruana y japonesa) en Lima -las otras están en Buenos Aires, Santiago, Sao Paulo y Miami. Abrió al público hace ocho años y creo que desde ese día nunca lo he visto vacío; es más, casi siempre me ha tocado llamar a alguno de los miembros de su equipo para que me ayude con la reserva. Es un sitio mega exitoso que, a pesar de ser de los más costosos de la ciudad, parece siempre salvarse de los bajones que sufre el sector. ¿La fórmula? Calidad del producto, excelencia en el servicio y un equipo directivo con toda la experiencia, la pasión y la disciplina para no bajar la guardia en ningún frente. ¡Nada más! Aclaro esto ya que por estos días son muy comunes las quejas de varios restaurantes que le achacan las bajas ventas a la política nacional, en vez de primero mirar hacia adentro a ver si todavía hay cosas por hacer en su negocio para hacerlo más deseable y competitivo. Este claramente no es el caso de Osaka; allá se notan que se hacen la autoevaluación a diario y que andan siempre anticipándose a todo para evitar dejar de ser tan “sexy” como lo son desde el día uno de su apertura. ¡Bien por Osaka y su equipo!   Entrando en materia, arranco por la decoración. Si bien no es enteramente de mi estilo, lo que sí me parece es que se le nota el diseñador de interiores, la calidad de los acabados y el concepto. No hay rincón que no diga que fue pensado y es evidente que no ahorraron un peso en mobiliario, textiles, iluminación y en fin. Sigo con el servicio; me impresiona cómo manejan el ritmo del salón. Yo creo que Osaka vende más por efecto rotación de puestos al día que por tiquete promedio. Se han montado un sistema de “armarle” a uno la experiencia, escogiendo ellos los platos que llevan a sus comensales y siento que muy poca gente se atreve a decir que no, que prefiere pedir personalmente de la carta. Esta experiencia, que consta de varios platos pequeños para compartir, se desocupan a los pocos minutos de llegar a la mesa y en cuanto están por acabarse ya están trayendo el siguiente. Los meseros se saben la carta muy bien. Comentan ingredientes y técnicas con mucha precisión sin excederse y privilegiando el deseo de los comensales de poder hablar tranquilamente entre sí. Al final uno termina probando como siete platos en un promedio de una hora y si se le suma el cafecito, está afuera en máximo una hora y veinte minutos. Lo bonito de como llevan este sistema en Osaka es que se hace de manera muy profesional y sutil y en ningún momento se siente uno presionado. En cuanto a la cocina, no tengo objeción alguna, es deliciosa. Hay un capítulo de ceviches, otro de tiraditos, otro de sushi y finalmente uno de platos calientes. Todo sale brutal en términos de textura, temperatura, decoración y sabor. La verdad es que es todo tan rico que llega uno a sentir ansiedad entre plato y plato. ¡Me encanta! Me imagino que así son los restaurantes de almuerzo en la zona financiera de Tokio: una experiencia gastronómica única a una velocidad que va de acuerdo con los nuevos órdenes del mundo.   En mi visita a Osaka la semana pasada, claro que dije que sí a que me trajeran lo que ellos quisieran y esto fue lo que comí (haga click en la flecha a la derecha para ver todos los platos): Si tuviera un sistema de puntajes, que sí que lo debería desarrollar e implementar, este restaurante se ganaría el puntaje máximo. Es costoso, pero creo que vale la pena totalmente la inversión (en otros sitio paga uno más por comer muy regular). Para más información y reservas visite en Instagram @osakabog .

  • Four Seasons Casa Medina

    Ícono arquitectónico Bogotá, Colombia. Con motivo de mi cumpleaños, fui invitada a pasar cuatro noches en el icónico hotel Casa Medina en Bogotá, el cual es hoy en día operado por Four Seasons, una marca reconocida por sus altos estándares en servicio a nivel global.   Si bien como bogotana había estado en Casa Medina en distintas ocasiones como comensal, periodista e inclusive como asesora del área de alimentos y bebidas, jamás había tenido la oportunidad de visitarlos como huésped. Siempre sentí una gran curiosidad por saber cómo eran esas suites con chimenea a leña y por eso, cuando me extendieron la invitación la emoción fue total.   La llegada Llegué un miércoles en la noche a Bogotá y a la salida de inmigración me estaba esperando un representante del hotel, quien me ayudó con mi equipaje y me acompañó hasta el carro -un Mercedes Benz último modelo- que me llevaría hasta mi destino en la Carrera 7 con 69.   En cuanto me registré, subí a mi habitación la cual encontré muy amplia y bonita, con la soñada chimenea a leña y todos los “amenities” con los que suelen recibir a sus huéspedes en estos hoteles. Sin embargo, como era mi cumpleaños, encontré unos detalles extra como bombas, un ponqué de zanahoria con dedicatoria y además, un regalo que mis mejores amigos me habían enviado y que el personal del hotel se había ocupado de que estuviera en mi habitación para mi llegada. Recibimiento: magistral. Bar Boulevardier Luego de la tremenda bienvenida me refresqué un poco y bajé a Boulevardier, un “speakeasy” que hacía pocos meses se había inaugurado en el antiguo bar del hotel y del cual yo había escrito una columna para el diario El Tiempo hacía pocas semanas. Me senté al lado de la gran chimenea que domina el salón y nivelé el mal de altura con unos buenos whiskies de malta y un “Beef Wellington”, versión “finger food” (concepto gastronómico de este bar) que estaba delicioso. Me alegré de estar ahí y de celebrar mi cumpleaños en un lugar tan especial. El bar: maravilloso. Al otro día, la expectativa estaba puesta en el desayuno; tenía en mi mente el buffet de otros hoteles operados por Four Seasons y me consta que es uno de sus fuertes. La expectativa se cumplió: el buffet era generoso y tenía ese toque local que uno añora cuando se va a vivir afuera. Tamalitos, arepas, amasijos y una cantidad de frutas que difícilmente se consiguen en otro lugar diferente a nuestro país. Vale anotar que el café estaba delicioso, algo que no suele ser una constante en otros hoteles en Colombia. Buffet de desayuno: 1A. El buffet   Otro servicio en el que se esmeran y por el cual son muy famosos los Four Seasons son los spa. Por supuesto, no podía dejar de visitarlo. Es un espacio pequeño con baño turco, un gimnasio equipado con máquinas de última generación y una zona de masajes y de descanso con unas poltronas que se sentían como estar acostado en una nube. Los productos para los tratamientos de cabina son Biologique Recherche , una marca francesa dermatológica que me encanta, y el personal muy técnico y profesional. Spa: pequeño, pero de talla mundial. La edificación La habitación Por lo demás, puedo decir que lo mejor de la experiencia de haberme hospedado en Casa Medina fue haber podido disfrutar de su arquitectura. Este icónico edificio bogotano fue diseñado y construido en los años 40 por Santiago Medina -un arquitecto colombiano educado en Paris-, quien se dio a la tarea de labrar cada una de sus puertas en un taller que instaló solo para esto y de construir casi la totalidad del edificio con materiales rescatados de demoliciones de la época de la colonia, incluido el convento de San Agustín.   Casa Media es una joya arquitectónica nacional y solo por esto vale toda la pena del mundo hospedarse ahí, al menos una noche. Sobre todo, cuando se sabe que estuvo a punto de ser demolido y que gracias al señor Pedro Gómez Barrero , famoso constructor, quién hizo una oferta por el edificio con la promesa de conservarlo, aún podemos gozar de su presencia sobre la Carrera Séptima. Él mismo lo adecuo para transformarlo del edificio de ocho apartamentos que era hasta los comienzos de los años 80, al hotel de lujo que es hoy. Experiencia: memorable.   Para más información y reservas visite https://www.fourseasons.com/casamedina/ .

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