Buscar
Se encontraron 141 resultados sin ingresar un término de búsqueda
- Kim, exquisita comida coreana en el corazón de Quinta Camacho
Como muchas historias de negocios extranjeros en lugares remotos, KIM es el resultado de un flechazo de amor. Camilo Gómez, diseñador industrial colombiano, andaba mochileando por Asia cuando en pleno desierto de Rajastán conoció a Bo, una hermosa koreana que después de muchas vueltas terminó radicándose con él en Bogotá. A su llegada, lo primero que hizo fue identificar restaurantes de cocina koreana, ya que como es bien sabido, los koreanos no pueden vivir sin arroz o kimchi (diversidad de vegetales fermentados como la col y el rábano). Sin embargo, en vista de la limitada y costosa oferta de este tipo de gastronomía en la ciudad, la joven pareja se vio en la necesidad de preparar en casa, los tradicionales alimentos de la dieta de Bo. Como les quedaba tan rico, tuvieron la idea de envasar el kimchi y venderlo a restaurantes u hogares, aprovechando la fama que estaba tomando este fermentado entre los jóvenes chefs que empezaban a usarlo en sus creaciones. Pero, como casi ninguna idea de negocio resulta ser idéntica a la que uno se imaginó, el kimchi en tarro se convirtió en un maravilloso restaurante. Yo me topé con Kim por pura casualidad; iba rumbo hacia otro sitio a almorzar y cuando pasé por el frente me llamó la atención ver lo lleno que estaba. Le dije al amigo con el que iba que cambiáramos la planeada hamburguesa por comida coreana, tal y como decía en el aviso de la fachada de Kim. Al entrar nos encantó el ambiente: limpio, iluminado y sencillo; nos acercamos al mostrador y un chico que después supimos era Camilo, nos dio la bienvenida y se apresuró a contarnos que el bibimbap – uno de los platos más vendidos de la carta - era el equivalente al tradicional calentado colombiano. Traíamos un hambre fatal así que no dudamos en ordenar uno para cada uno. Mi amigo optó por el de cerdo y yo me incliné por el de tofu. Para acompañar, nos recomendaron un par de Tres Cordilleras de trigo. Nos sentamos y en menos de 5 minutos llegó el pedido a la mesa. Dos bowls llenos de deliciosa y colorida comida, una tacita de sopa de miso y un “tetero” o dispensador de salsa personalizado, lleno de Gochujang, una salsa roja a base de chiles coreanos, que no pica y que nos recomendaron agregar a nuestro gusto sobre el plato y luego revolver todo. La felicidad fue inmensa. La comida deliciosa, fresquísima y abundante. El precio justo e invitador para repetir varias veces en la semana. Tomé algunas fotos casuales para recomendarlo en mis redes sociales y en pocas horas tenía a muchas personas preguntándome por el lugar. No en vano, la cultura koreana está hiper de moda y ni se diga su comida. Al otro día fueron algunos colegas ciclistas que vieron mi post (hay que aclarar que los ciclistas nos cuidamos mucho con lo que comemos ya que un bocado equivocado puede afectar del todo el rendimiento de la rodada del día siguiente) y su dictamen fue: “quedamos matriculados”. A parte del bibimbap y el kimchi hay también ramen (caldo con fideos, vegetales y carne), bulgogi (carne de res salteada con arroz para hacer tacos en hojas de lechuga), yekuk bokkeum (prácticamente lo mismo, pero con carne de cerdo) y otras exquisiteces más. El plato más costos cuesta $19,000 pesos y las bebidas no pasan de $7,000. KIM, que además es amigable con las mascotas, es un restaurante simplemente irresistible. Un destino que vale la pena explorar. KIM COMIDA COREANA Carrera 10 A # 69 – 25 Bogotá, Colombia Instagram @bomilokim
- Salvo Patria, un clásico de la gastronomía moderna en Bogotá
En el 2013, cuando todavía la oferta de alta gastronomía en bogotana estaba exclusivamente en manos de los restauranteros de toda la vida y concentrada entre las calles 82 y 93, un par de jóvenes ya bien recorridos por las exigentes cocinas de Nueva York y Lima, se lanzaron a montar un lugar muy inusual en una locación totalmente inexplorada hasta ese momento: la esquina de la Calle 54 con Carrera 4ta., en pleno corazón de Chapinero Alto. Desde el comienzo, la idea de Alejandro Gutiérrez y su socio Juan Manuel Ortiz, fue la de tener una especie de bistró o pequeño restaurante de barrio en el que se ofreciera una cocina muy personal, elaborada con ingredientes locales sin que fuera como tal una propuesta de cocina colombiana. Lo que querían era divertirse sin tener que matricularse en ninguna corriente específica y más bien explorar una oferta dinámica con lo que el territorio les iba proveyendo. Por tal motivo, fueron sin proponérselo precursores de prácticas hasta ese momento impensables en un restaurante bogotano como la de no tener una carta fija o la de armar una brigada de servicio con muchachos que jamás habían sido meseros. Recuerdo que desde sus inicios, visitar Salvo Patria era muy estimulante; se notaba cómo sus gestores se habían “atrevido” con tantas ideas salidas de lo convencional como la de armar su comedor con sillas de pupitre de alguna escuela clausurada. Lo que sucede hoy en día en este maravilloso lugar es una oferta de producto en la que todo está perfectamente seleccionado con un impresionante criterio e indudable buen gusto. Los platos, cercanos y entrañables son tremendamente técnicos y profesionales a la vez. El café es de altísima calidad; las bebidas mezcladas son correctamente elaboradas; el pan, horneado en casa y acompañado con una mantequilla de hormiga Culona es sublime y, la lista de la bebida de Baco no tiene una sola etiqueta que no tenga algo especial que contar. En cuanto al ambiente, el comedor funciona en lo que fuera el gran salón de una casa estilo inglés, con piso de madera y grandes ventanales que dan a un hermoso jardín. De día es iluminado y refrescante, perfecto para tener un almuerzo casual de trabajo o con amigos. En la noche es romántico y acogedor y su atmosfera en general invita a beber y a quedarse hasta lo último disfrutando de una música cuidadosamente seleccionada y un servicio prudente y meticuloso. Es una experiencia deliciosa que cierra con un detalle que a todos enamora: unos animalitos de plástico que regalan a cada uno de los comensales con la cuenta. Salvo, como lo llaman sus gestores, está cercano a cumplir una década de existencia y por su edad y consistente calidad, puedo decir sin miedo a equivocarme que es ya sin duda un clásico dentro del segmento de la restauración moderna de Bogotá y porque no, del país. ¡No se lo pierda! Para reservar visite en Instagram @salvopatria. Restaurante Salvo Patria Cll 54 A # 4 - 13 Bogotá, Colombia
- Nero Gelatteria: Los helados de un sommelier en Bogotá
Roni Schneider, ha emprendido varios negocios en el mundo de la gastronomía a lo largo de su vida. Sin embargo, con Nero Gelatería afirma haber encontrado la razón de ser de todas las vueltas que ha dado por el inmenso mundo de los sabores. La historia comenzó cuando al haberse graduado del colegio, en vez de irse directo a la universidad como suele ser común en alguien de su edad, este joven empresario optó por montar un restaurante. En ese momento no sabía nada de bebidas o gastronomía, pero lo que sí tenía claro era lo mucho que lo apasionaba todo lo que sucedía en los comedores de los grandes lugares que desde pequeño visitaba con sus padres. “In The Mood”, como bautizó a éste su primer emprendimiento, no tardó en convertirse en uno de los sitios referentes en la escena de la alta gastronomía en Caracas; la mezcla de cocinas japonesa y mediterránea, así como un ambiente de fiesta con música en vivo, era una experiencia bastante adelantada para la época. Lamentablemente, con la llegada de la recesión económica del 2001 su negocio se vio muy afectado y tuvo que cerrar. Para pasar el duelo se mudó a Nueva York, paraíso de la alta gastronomía, buscando no desconectarse del todo de esa pasión que ya sabía llevaba por dentro. En la Gran Manzana estudio artes, trabajó como DJ, conoció todos los restaurantes que pudo y lo más importante, se enamoró de lo que es hoy en día una de sus más grandes pasiones: la bebida de Baco. Después de su aventura en la capital del mundo, Roni pasó una temporada en Miami durante la cual estudió diseño gráfico para más tarde regresar a Caracas a hacerse cargo de uno de los emprendimientos de su padre; una exitosa marca de panes artesanales con potencial de expansión internacional. Con esta intención viajó a Bogotá a buscar oportunidades para el negocio y cuenta el gelatero que tan pronto como el avión puso sus ruedas sobre la pista de aterrizaje en El Dorado, supo que había llegado para quedarse. Se instaló sin pensarlo dos veces en Bogotá y a los pocos días llegó su hermano con quien no tardaron en montar la planta de producción de “Pan Sueco”, nombre que llevaba la empresa en Venezuela. Los Schneider no podían estar más felices, iniciaban una nueva aventura empresarial en una ciudad que para ellos era simplemente espectacular. Cuenta que Roni que la pasaban tan bien que decidió dejar constancia de todas sus vivencias en un blog personal que tituló “Bogotá Divina”. Como todos sus emprendimientos, así como los de su padre, de quien heredó la capacidad de materializar ideas en rentables negocios, el blog pronto evolucionó en una tienda gourmet en línea; luego, en una boutique gastronómica con atención al público y posteriormente en el que quizás sea uno de los sitios de mixología más especiales y renombrados de la ciudad: el exquisito Ocho y Cuarto. A estas alturas de la historia, el nombre “Roni Schneider” ya era considerado una marca en el mundo de la gastronomía bogotana y quizás por esto el grupo de hoteles de lujo “W” no tardó en notarlo y en proponerle que fuese parte de su equipo. Era el perfil perfecto que buscaba esta compañía para potenciar la experiencia W en la capital. Estuvo dos años con la organización, tiempo durante el cual aprovechó para afinar detalles de lo que hasta ahora venía siendo una muy exitosa carrera en el mundo de los placeres sibaritas. Después llegó el inesperado cese de actividades de la industria en el 2020, el Hotel cerró temporalmente y se vinieron días de silencio y reflexión en los que el inquieto gastrónomo se preguntaba cuál iba a ser su siguiente hazaña. Fue en una cena en casa de su compadre, el chef colombo italiano Sergio Martin, donde se le prendió el bombillo. Esa noche habían preparado juntos un gelato para el postre y durante el proceso, Roni había sentido cómo el universo de aromas, colores y sabores que había navegado durante su carrera, se presentaba de manera fenomenal ante sus ojos. Ese congelado producto milenario, apto para el consumo de seres de todas las edades, géneros y nacionalidades no era para nada diferente a las bebidas que durante innumerables tardes había diseñado para sus comensales. Esa noche se fue a dormir con la firme convicción de querer montar la gelatería artesanal más grande de Colombia. Al día siguiente, siguiendo la tradición de cuando le surge una gran idea, llamó a su hermano a las seis de la mañana, le contó acerca de lo que había visualizado la noche anterior y en cuestión de cuarenta y cinco días Nero Gelatería ya era una realidad. En tiempo récord consiguió los equipos, la locación y desarrolló, tal y como si estuviera haciendo maridajes, una inusual colección de recetas con las que ha venido sorprendiendo a sus adeptos desde que abrió sus puertas al público el pasado mes de diciembre en el norte de Bogotá. En la vitrina, la cual monta él mismo cada mañana con producto recién hecho, Roni exhibe sus peculiares fórmulas, dentro de las cuales se destacan el Old Jack, una base de chocolate oscuro con macadamias caramelizadas; el Pregúntame, un cheesecake de mascarpone y fresas con chocolate blanco; el Soya Caramel, de caramelo salado con salsa soya y, el Olive Oil, de vainilla natural con aceite de oliva y un toque de sal. Más que una gelatería, Nero es en palabras del propio Schneider, la tesis de grado de sus 20 años de carrera en la industria de la gastronomía. Un sueño hecho realidad que está próximo a inaugurar su segundo punto de venta en la nueva zona de restaurantes en la calle 90 con la carrera 11. Créditos: este artículo fue escrito y publicado para la edición Diario El Tiempo del domingo 10 de julio de 2022. NERO GELATERIA Calle 85 no. 16 A – 26 Bogotá, Colombia Instagram @nerogelateria
- Lúpulo y Cebada Beer Garden
Soy amante de la arquitectura y el sábado pasado me fui a recorrer la Universidad Nacional para deleitarme con las obras magnificas de la corriente moderna bogotana. Saliendo de ahí, crucé el puente de la 30 con 45 para luego aventurarme por el Park Way. Llevaba largo rato caminando y me atacó una sed de esas que solo la cerveza puede calmar. Por fortuna mía, me topé sin buscarlo o planearlo con lo más parecido al paraíso de la cerveza: Lúpulo y Cebada. Un mágico lugar lleno de neveras, que a su vez están llenas de cervezas heladas. Para acompañar, ofrecen salchichas alemanas con mostaza y otras delicias que es mejor que vaya usted mismo a probar. @lupuloycebada.beergarden
- Cartagena ATV, un proveedor de divertidos paseos en cuatrimoto por las playas de Manzanillo del Mar
Foto: Playa Icaco. Cartagena, Colombia. Este atardecer tan maravilloso me lo topé en la Playa Icaco, en Manzanillo del Mar, a pocos kilómetros de Cartagena. Una tarde de domingo, nos alquilamos unas cuatrimotos con la gente de Cartagena ATV, con quienes nos fuimos a pasear por playas que uno ni sabe que existen tan cerca de Cartagena. Definitivamente, una experiencia maravillosa que hace que uno ame un poquito más a Colombia. Para mayor información y reservar un paseo en cuatrimoto, visite en Instagram: @cartagena_atv.
- Vips Boutique
Hay un lugar al que no sé si amo u odio ir. Se trata de VIPS Boutique en el Centro Comercial Andino. Es mi templo de la perdición, venden todo lo que a mi me gusta: puros, destilados, vinos, chocolates finos, diversidad de aguas especiales, encendedores Zippo, licoreras de bolsillo para llevar el "whisikisito" a los conciertos de la Sinfónica Nacional de Colombia. En fin... no paro de ser feliz en ese lugar. Y para terminar de completar, en la foto, Slyrrs un single malt alemán, añejado en barricas de ron, que venden ellos en exclusiva para Colombia. Por favor no deje de visitar este mágico lugar. @vips_boutique
- Restaurante Ideal
@ideal_bog Estuve en Ideal, un sitio de comida americana moderna de los mismos gestores de La Pinta, en Chapinero alto. Me atraparon con el ambiente: una fachada totalmente abierta que hace que uno no sepa si está afuera o adentro. Luego, la comida es como todo lo americano, bien contundente y lleno de sabor. La decoración, fresca y clara, como que invita a tomar vino y demorarse. Un lugar que sin duda dan ganas de repetir mil veces, además por su prodigiosa ubicación en la Calle 80 con Carrera 8; cerca de todo, pero al mismo tiempo alejado del mundanal ruido de otras calles de restaurantes de la zona. ¡Importante! hay valet parking. En la foto, un rigatoni picante con salsa pomodoro que me sorprendió por el punto de cocción de la pasta: un “al dente” que hace que uno entienda bien, por que es que la pasta toca comérsela así. El sitio no es caro, pero tampoco barato. Estime unos $130 mil pesos por persona, si pidió vino (eso sí, el más barato de la carta).
- Ocho emprendimientos de productos ‘gourmet’ para consumir en casa
Una invitación a descubrir nuevas experiencias culinarias: desde coctelería molecular hasta hummus. Artículo escrito para El tiempo el 1 de mayo de 2021 Puedes leerlo haciendo click en el siguiente enlace. Lee el artículo aquí
- Photo album: edificaciones
Para mi viajar es sinónimo de caminar. Camino buscando cosas para ver y para probar y una de las que más disfruto es la arquitectura. Puedo pasar días enteros recorriendo un lugar, por lo general a pie y con la camara en la mano, lista para capturar -sobre todo- edificios desvenciajados que algun vez fueron nuevos y majetuosos. Acá una breve selección de algunos que merecieron más de una mirada. Zona colonial Santo Domingo, República Dominicana. Centro de Lisboa en Portugal. Honda, Tolima en Colombia. Narbonne en el sur de Francia. Universidad Nacional en Bogotá. Centro en ciudad de México. Calle del Sol, La Candelaria en Bogotá. Upper East Side de Manhattan en Nueva York. Centro de Frankfurt en Alemanía. Ribera del Duero en España. Iguazú en Argentina. Mendoza en Argentina. Lubeck en Alemania. José Ignacio en Uruguay.
- Photo album: Paris
París, Francia. Estuve por París, íngrima sola como cuatro días, recorriendo calles sin ruta preestablecida. Me fui solo con algunos sitios anotados para visitar, entre ellos la tienda de quesos Barthélemy, que recomendó una vez el chef Francis Mallmann en uno de sus programas. Lo demás fue apareciendo a medida que caminaba y fue uno de esos viajes que quisiera repetir: sin agenda, sin acompañantes, si expectativas, con mi Olympus y unas Dr. Martens para asegurar unas buenas horas de infantería. The Ritz Rue de Rivoli Rolls Royce Barthélemy Le Maroc Maxim's Los creyentes La torre Concierto en La Madeleine Exposición de tapetes persa Champ de Mars Tú haces que viva mi corazón Georges Pompidou